-Así que es usted jefe.
Sí, dirijo una compañía.
-Y, ¿cómo le va?
Eso lo tendría que decir mi gente... Trato de escuchar a mis colaboradores y crear equipo. Intento influir en las personas, y cuando me equivoco, lo digo.
-¿Nació para liderar?
Nadie nace líder. Se aprende. En gemelos idénticos, uno puede ser líder y otro no. Soy del 20% de la población a la que le gusta liderar.
-Pues enséñeme a ser líder.
Debe influir, lograr la respuesta del otro. Yo hablo de cinco cualidades: valentía para ir por lo que quiere; optimismo para saber que puede lograrlo; autocontrol para mantener la calma; compasión para ponerse en el lugar del otro y comunicación para entenderse.
-No es fácil cumplir todo eso...
No. Sólo el 16% de jefes son buenos. El 36% son tóxicos: crean un clima asfixiante y baja productividad. El 48% restante, ni fu ni fa.
-Imagine que llego siempre tarde. ¿Qué hace un buen jefe?
Veamos por qué es impuntual; si no puede evitarlo, si no le da importancia, si lo hace para reafirmar su personalidad... Yo intentaría influirle para lograr su responsabilidad.
-Ya, pero no se motiva igual al minero y al ingeniero.
No se crea. La gente responde como su jefe espera que responda. El 70% del clima laboral lo marca el jefe.
